
Finalmente las cosas han seguido su evolución y se van calmando. El papá de mi novio ya está en casa, claro que eso significa que los médicos ya no pueden hacer nada por él, pero el hombre descansa en su cama, con su familia, y en sus recuerdos. Él se ve en buenas condiciones pero el aneurisma que tiene es una bomba de tiempo con los días contados para su estallido. Todos veían como triste la resolución de su alta pues era la crónica de una muerte anunciada, sin embargo, yo no dejaba de pensar que era un alivio para él, que digan lo que digan, se que presentía su final. En esas condiciones ser enviado a su casa, era el alivio del descanso, reconociendo lo suyo, despidiéndose con alegría de todo lo forjado en estos años. Yo no pude estar en su regreso ya que al mismo tiempo que él salía del hospital yo entraba a la clínica, pero dicen que se veía contento, creo que tan equivocada no estaba. En cuanto a lo mío, me operaron el miércoles antes de las tres de la tarde. Según mi médico ya había una hemoperitonitis, que es algo así como una hemorragia interna a nivel abdominal. Al parece las cosas se estaban complicando y la operación fue a tiempo. Claro que tuvieron que extirpar toda la trompa, pero cuando pienso que el riesgo de algo más grave estuvo tan presente, no me queda más que suponer que fui afortunada y que todo pudo ser peor. Ahora ya estoy en casa, adolorida, inflada y no puedo negar que a ratos y sobre todo en la noche, la pena le gana a mi optmismo y no dejo de pensar que en lugar de mirarme una panza con un parche que me muestra lo que no fue, podría estar contemplándola con alegría soñando con lo que podría venir. Supongo que por ahora sólo queda observar cómo las cosas pasan y pensar que en todo tiene su sentido.
Cariños
Leonor